Permeabilidad social

¿Habéis leído Un mundo feliz de Huxley? Podemos repasar algún detalle. Lo primero que nos llama la atención es la sociedad dividida en castas. Huxley divide a la sociedad en cinco clases, cuanto más elevada más informada, menos mediada por las mentiras agradables. Bonito futuro nos espera si en el colegio ya nos van dirigiendo; este tendrá a «Sálvame» como referente cultural; este otro será socio de un equipo de fútbol, el que sea, da igual; este llegará a secretario general de un Partido Político al servicio de la élite, da igual el signo, todos trabajan con el mismo inconfesable objetivo. Y esto es algo que poco a poco vamos notando a medida que la élite se autodefine como tal, y donde hay una clase media eminentemente pagadora de impuestos, y un mar de parias alimentados y sobreprotegidos por un hambriento Estado que cada vez domina más aspectos de nuestras vidas. Desde cómo nacemos hasta cómo morimos, pasando por una miríada de injerencias en el mismo centro de nuestra libertad personal. Tal y como adelanta Huxley, cada persona es programada para pertenecer a su clase social mediante una educación que no da lo que necesita cada individuo, sino que lo que el Estado mismo necesita. Y por supuesto, se hace difícil la permeabilidad social, a través de la martilleante convicción desde que somos niños, de que no hace falta pensar sino obedecer, no hace falta criticar sino elevar tímidas protestas que nunca escucha la élite, y que, por medio del fútbol, unas vacaciones en un resort para tal fin, algo de sexo y una cierta sensación de bienestar conseguida a base de consumir bienes y servicios, se logra olvidar que en realidad este mundo es una mierda, y que nuestras vidas son otra... pues eso.