Iberismo, qué iberismo
Han aparecido estos días, coincidiendo no tanto con la
investidura de Pedro Sánchez, como por la crisis política que vivimos,
referencias a movimientos en pro de la salida de España de la Unión Europea,
incluso, lo que personalmente me parece más curioso, la identificación de un
movimiento europeísta como es el iberismo con este tipo de idea
contrahistórica, de historia de marcha atrás sin espejos. El iberismo me gusta
en cuanto que nos integra en Europa, en cuanto que une, y por definición, un
iberismo que nos separa de Europa no es iberismo, es locura. Pero para saber
más de esto lean a mi amigo Adrián Gebé aquí: https://www.sociedadiberista.org/salir-de-la-union-europea/
Es cierto que vivimos un periodo de crisis, a la legua se ve que reaparecen los dos bandos, el dualismo social, los buenos y los malos, los "hunos y los hotros" que decía mi maestro don Miguel, y si faltaba algo por allí resopla la crisis económica que dicen que viene. Es en estos momentos en los que aparecen los profetas de desgracias, los que ven venir de lo malo lo peor, y después aparecen los nacionalismos, pero no a lo que nos tienen acostumbrados los regionalismos subidos de tono, sino los de verdad. Cualquier idea de una Europa unida a tenido enfrente una idea de Europa fragmentada, y lógicamente si no jugamos todos al mismo juego, pues eso, que la baraja se rompe. Europa puede fracasar a causa de los movimientos nacionales, de los ideales identitarios, por el ego de ser más nosotros mismos que europeos. En principio no hay problema en recordar nuestra religión, nuestra lengua, nuestra cultura, pero empezamos a ser contrahistóricos en cuanto que consideramos nuestra particularidad como una barrera. Las particularidades, los sentimientos identitarios, son como ese niño que no está contento porque no se hace lo que quiere, y se queda parado en medio del patio con los brazos cruzados diciendo que ahora ya no juega. Entonces se queda solo, aprieta los dientes, y si es un poco más tonto que la media, dejará de respirar hasta que los demás le pidan perdón. Pero sus amigos están en el juego y no a sus tonterías, y al final, nuestro niño tonto se queda morado, finalmente respira, porque no hay otra, y aprende una gran lección, no hay que hacer demasiado el ridículo.
El nacionalismo ingles de los mayores es el que ha alejado a los jóvenes ingleses de las oportunidades de la Unión Europea, en Francia la amenaza del "mejor fuera que dentro" lleva años planeando. Polonia, Hungría, Austria, son como niños que quieren jugar con el resto, pero con sus propias reglas, y eso, lo siento, pero queda raro. De Italia, qué decir, que hay dos italias, una con la gente normal, y otra con los políticos, que van a su aire. Y ahora España, añadiendo al cóctel la idea de por sí integradora del iberismo. Si es que no podemos ir a misa con el diablo.
El iberismo no es coger
al tu hermano y salir corriendo del patio del colegio. Hoy en día en el que el
parlamento europeo se llena de demagogia, de postureo ecológico, de aventuras
políticas que gastan pólvora ajena, es más que necesario que nunca el iberismo
como idea seria que pretende unir y no separar. ¿Por qué no ser, Portugal y
España, la tercera economía europea? Si los ingleses se van, pues ellos lo han
querido, seamos portugueses y españoles, unidos por fin, los jefes del patio.
Pensemos en cómo tomar conciencia de que navegamos en una misma "balsa de
piedra", que compartimos una historia, unos problemas. El iberismo no sirve
para irse de Europa, sino para ser un refuerzo a nuestra integración, es una
gran oportunidad para mejorar, para promocionar la cultura y la ciencia, y
sobre todo para racionalizar las estructuras políticas, eliminando asimetrías.
Pero como he dicho antes, sobre iberismo sabe mucho más mi amigo Adrián Gebé. https://www.sociedadiberista.org/category/adrian-gebe/