Byung-Chul Han

05.08.2020

Me propongo investigar un poco al filósofo sudcoreano Byung-Chul Han, que me está llamando la atención últimamente. Él habla de una sociedad del cansancio, de hiperconsumismo, o de la idea de positividad como característica fundamental de nuestras sociedades. Queremos comprarlo todo, enseñarlo todo, y eso nos convierte en una sociedad cansada. Una de las preguntas que se hace Han es por qué si el coronavirus tiene un índice de mortalidad tan bajo, un 0,2% si tienes 25 años, un 0,4% si tienes 45 años, la respuesta del mundo ha sido, está siendo tan desmedida. El problema quizá venga de las tasas de mortandad a partir de los 70 años. A entender de Byung-Chul Han, y creo que tiene razón, se ha creado un ambiente general de pánico que no parece corresponderse con las cifras de mortalidad. Leo que Byung-Chul Han afirma que ni siquiera la llamada gripe española, siendo mucho más letal tuvo los efectos que el coronavirus va a tener en la economía. ¿Por qué? y es aquí donde Byung-Chul Han se pone interesante. Llevamos mucho tiempo sin enemigos, la guerra fría ha terminado hace muchos años, y el terrorismo islámico es de zonas lejanas. La globalización había suprimido las fronteras, había dado pie al intercambio, a la promiscuidad social, a eliminar la negatividad hacia el desconocido. Hoy tenemos exceso de productividad, exceso de comunicación, exceso de positividad. Somos una sociedad ilimitadamente permisiva. Son palabras de Byung-Chul Han que me gusta como suenan. Para Byung-Chul Han, la represión del otro contra ti, o de ti contra el otro, deja paso a la depresión, a la guerra contra uno mismo. Pues en medio de esta sociedad ilimitadamente permisiva ha llegado el coronavirus. El enemigo ha vuelto, volvemos a cerrar fronteras, volvemos a guerrear contra el otro. Llevábamos tanto tiempo sin enemigos que nos hemos pasado de vueltas. Por otro lado, la situación política llena de fakes, de bulos, de desmentidos, nos lleva a la apatía por la realidad. Cuidado con esto porque si experimentamos la realidad evitando la contradicción, el desencuentro, el conflicto y todo aquello que nos ofenda, nos sienta mal, o sencillamente contra todo aquello con lo que no sepamos lidiar, acabamos donde estamos ahora, en la antesala de hacer realidad las dos distopías literarias más famosas de la literatura del siglo XX, juntas y combinadas. Las cosas no son como queremos que sean. Necesitamos un enemigo y si no lo tenemos nos lo inventamos. Byung-Chul Han sugiere que el mundo necesita negatividad. Con la excusa del virus, acompañado de un estado de revolución permanente, Byung-Chul Han afirma que sobrevivir se convertirá en algo absoluto, como estar en un estado de guerra permanente. Sin darnos cuenta se ha ensayado con nosotros un régimen de vigilancia, de arresto biopolítico, en palabras de Byung-Chul Han, una pérdida de libertad, fin del buen vivir o falta de humanidad generada por la histeria y el miedo colectivo. ¿Alguien recuerda a los apodados «balconazis»? Byung-Chul Han es atinado en su análisis, hace pensar, y sobre todo destaca la verdad de lo que los políticos llaman nueva normalidad, que no es otra cosa que un nuevo orden mundial. Hemos demostrado que caemos fácilmente en manos de autoritarismos y populismos, hoy somos más manipulables, y como le decía Morpheo a Neo en Matrix, sabes qué es lo que ocurre, tienes una sensación en la cabeza, como un punzón que te dice que algo va mal, pero no sabes identificarlo. ¿Estamos dispuestos a cambiar libertad por seguridad? Byung-Chul Han acuña un nuevo término, la vigilancia biopolítica, mediante la cual nuestra persona se convierte en objeto de vigilancia a través de nuevas reglas que asumimos por miedo a una enfermedad con una mortalidad como la que he referido arriba. Si a esto añadimos las afirmaciones de Médicos por la Verdad, cosa que me está generando mucha curiosidad, ya podemos despedirnos de nuestros principios liberales. El liberalismo está muerto. Y, por cierto, vuelve lo inhumano, el otro ya no es mi prójimo, es un potencial portador del virus, la soledad de los ancianos ya no es problema, es la solución. Byung-Chul Han afirma que la histeria del virus nos hace olvidar lo que es la buena vida, regalamos nuestros derechos fundamentales, y dejamos que otros decidan cuándo y cómo dar culto a nuestros dioses. Nunca me he sentido tan mal como cuando me cubro la cara con una máscara delante de la feligresía de mis parroquias, en lugar de distancia prudencial de un metro y medio elijo el distanciamiento absoluto de cubrir mi rostro. Mi libertad individual no es un exceso más del capitalismo, es una de las cosas que me hacen humano.

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